
Este trabajo lo estoy llevando a cabo gracias a la reliquia literaria que nos dejó Jesús Ramírez Muneta en su libro San Eutropio Obispos de Saintes y Patrón de Paradas además de la reedición de Glorias de Paradas que hizo nuestro paisano Álvaro Pastor Torres recientemente.
Me llenaría de una grata satisfacción que disfrutéis y aprendéis con estas históricas lecturas a la vez que me perdonéis mis fallos en esta aventura de crecer escribiendo.
UN CORDIAL SALUDO
Jesús Pérez Vera, director de semanasantadeparadas.blogspot.com
Saintes fue
una ciudad importante del Imperio Romano en las Galias y por la similitud de esta
ciudad con la capital del Imperio fue llamada
<<la pequeña Roma>>.
Los
evangelizadores cristianos de los primeros siglos empezaron a propagar el
evangelio por las ciudades más importantes del Imperio. San Eutropio fue
enviado a las Galias por San Dionisio Parisiense a mediados del siglo III para
promover el catolicismo.
Al llegar
San Eutropio a Saintes pensó ganarla para Cristo predicando la Palabra de Dios por las calles y plazas
constantemente. Cuando aquellos ciudadanos lo oyeron predicar – cosas nunca
oídas hasta entonces – lo azotaron y lo arrojaron fuera de la ciudad. En un
montículo próximo se construyó un tugurio de madera y allí vivió durante un
largo periodo de tiempo. Durante el día predicaba en la ciudad y la noche la
pasaba en su morada entre vigilias, oraciones y lágrimas. Convirtió a pocos y volvió
a Roma. En Roma, fue reenviado a Saintes animándole para seguir predicando y
sufrir el martirio.
Habiendo
entrado en la ciudad hablaba sin miedo. Moraba en dicho tugurio. Ayudado por la
gracia de Dios convirtió y bautizó a muchos gentiles, entre ellos a la hija del
gobernador, Eustela. Cuando lo supo el padre, la aborreció y la echó de la
ciudad. Ella, viendo que había sido arrojada fuera por su amor a Cristo, se fue
a morar cerca del tugurio del Santo, hasta que el padre, compungido de amor por
ella, le envió mensajeros para que volviese. Ante la negativa de ella, el
padre, irritado, reunió a los verdugos de toda la ciudad, les dio dinero para
que mataran al Santo y le llevaran a la hija. Ellos, el 30 de abril, - ahora
festividad de San Eutropio - fueron a la
covacha, lo apedrearon, luego lo azotaron, y desnudo, lo remataron a golpe de
hacha.
Eustela y
algunos cristianos lo enterraron en su tugurio por la noche y lo honraron con
luces, vigilias y santos obsequios.